Tenemos la mala costumbre de invertir lo opuesto cada cierto tiempo, no sé si me explico. Pensar que cuando todo va tan bien, pasará algo que haga que todo vaya mal, como un círculo en el que todo va bien pero acaba mal, todo empieza mal pero acaba bien. Invertir algo tan opuesto como bien y mal. Si esto es así es porque lo hemos inventado así. Porque cuando ha terminado una buena etapa, algo que te hacía feliz o lo que creías imprescindible, no tenemos las suficientes ganas de pasar página y escribir otra mejor. O dejar que se escriba. Dejarte animar. Vivir cosas nuevas. Poco a poco. No dejar que algo te afecte lo suficiente. Entonces, después, de repente, más tarde, o como quieras llamar al factor tiempo, algo pasa. La casualidad más casual.
Vuelves a sentir. Vuelves a ser, me atrevo a decir, feliz del todo. No te falta nada, lo malo resulta tener algo bueno dentro, la cuesta arriba se convierte en cuesta abajo, no sé, se sigue haciendo de noche a las 6 pero le encuentras la magia a la oscuridad, y dejas de echar de menos el sol de verano. Nuevas historias en tu vida. Nuevos comienzos. ¿A quién no le gustan los principios de las nuevas historias? Mágica manera en la que te imaginas como es una persona antes de conocerla, atribuirle cosas por pura intuición . Y esa mágica manera de conocerla y darte cuenta de que tus ideas no han acertado en nada. Conocer poco a poco. Muy poco a poco. Ir descubriendo cosas. Estar a gusto. Entonces deja de ser principio, ¿cómo se llama ahora? ¿Nudo como en los cuentos? Quiero decir, llámalo como quieras, no lo llames, échalo a suertes, déjate llevar, aprende, disfruta, ilusiónate, ponle ganas, déjate sorprender y haz que esta nueva página se escriba sola.